
El destino nos va moviendo poco a poco, nos va animando a seguir adelante, cuando uno quiere estar bien, la vida se abre a un mundo de posibilidades que no podemos rechazar, cosas que nos alientan a seguir y a creer en que todo puede estar bien.
Por eso el destino me hizo reencontrarte en un lugar que nunca pensé, en una banca que no conocí, es como si una el desenlace de una película hubiera sido escrita con nosotros en el medio.
Al mirar tus ojos tan sinceros que matan, y esa sonrisa tan caprichosa y tan seductora, no puedo evitar pensar en ti… sabiendo que si bien estas lejos, la distancia se acorta cada vez que hablamos, cada vez que se que puedo encontrarte con tan solo decir tu nombre, me gusta la forma en la que hablas tan sincera y tan simple. Puede sonar rimbombante o tal vez cursi, pero aprendí a quererte tal como eres, llena de “convicciones” tan simple y compleja, sin saber que ocurrirá después.
Hablarte me hace volar, escuchar esa voz que no me deja libre, esperando la siguiente oportunidad para poder conversar contigo.
El mirarte me puede matar, porque esos ojos no me dejan en paz, porque cuando estoy a tu lado, solo quiero observar cómo te mueves con el viento, y como es que tu cabello va al compas de un ritmo sin sentido que detiene mi mundo.
Como no quererte si aprendí a sonreír con tu voz, y a no enojarme por cosas sin sentido. Como no quererte por todo lo que digo, si es que ahora el destino ya es mi amigo…